Viernes 19 de Abril del 2024, 10:44 pm - Año IX
 


Para mayores de 40 + charla sobre la Utopía

(eduardo galeano).- Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé.
 
A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores.
 
¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto, pero....
 
¡Guardo los vasos desechables!
 
¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos!
 
¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
 
¡Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!
 
¡Es más! ......... ¡Se compraban para la vida de los que venían después!
 
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas de loza.
 
Hoy resulta que en nuestro matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.
 
¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!!
 
Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo.
 
Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.
 
¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de las Nike?
 
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa?
 
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
 
Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más basura.
 
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
 
El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!
 
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!
 
Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)
 
No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan.
 
Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'.
 
Mi cabeza no resiste tanto.
 
Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.
 
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre.
 
Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no.
 
Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.
 
Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
 
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?
 
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. .
 
¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Todo guardábamos!
 
Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.
 
¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos
resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.
 
Las cosas no eran desechables. Eran guardables.
 
Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos.
 
Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!
 
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la
íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.
 
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!!
 
Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también hasta algunas amistades, lealtades y códigos son descartables.
 
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. Pero no lo voy a hacer.
 
No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.
 
No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones.
 
No.
 
No lo voy a hacer

A QUIEN CORRESPONDA
Letra y Música de J.M. Serrat
CD En Transito / 1981
 
 
Un servidor,
Joan Manuel Serrat,
casado, mayor de edad,
vecino de Camprodón, Girona,
hijo de Angeles y de Josep,
de profesión cantautor,
natural de Barcelona,
según obra en el Registro Civil,
hoy, lunes 20 de Abril de 1981,
con las fuerzas de que dispone,
atentamente EXPONE dos puntos
Que las manzanas no huelen,
que nadie conoce al vecino,
que a los viejos se les aparta
después de habernos servido bien.
Que el mar está agonizando,
que no hay quien confíe en su hermano,
que la tierra cayó en manos
de unos locos con carnet.
Que el mundo es de peaje y experimental,
que todo es desechable y provisional.
Que no nos salen las cuentas,
que las reformas nunca se acaban,
que llegamos siempre tarde,
donde nunca pasa nada.
Por eso y muchas deficiencias más
que en un anexo se especifican,
sin que sirva de precedente,
respetuosamente SUPLICA
Se sirva tomar medidas
y llamar al orden a esos chapuceros
que lo dejan todo perdido en nombre del personal.
Pero hágalo urgentemente
para que no sean necesarios
más héroes ni más milagros
pa' adecentar el local.
No hay otro tiempo que el que no ha 'tocao',
acláreles quién manda y quién es el 'mandao'.
Y si no estuviera en su mano
poner coto a tales desmanes,
mándeles copiar cien veces
que «Esas cosas no se hacen».
Gracia que
espera merecer del recto proceder
de quien no suele llamarse a engaño,
a quien Dios guarde muchos años.
AMEN.
 
 
 
 



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